(Columna
Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 27 de noviembre al 2 de diciembre de 2023)
Simón Bolívar envainó su espada hace 199 años, seis antes de morir en Santa Marta. Envainarla es un decir. Lideró la última gran batalla en 1824. Un militar no guarda su arma del todo: queda con muchos enemigos. Debía dormir con el acero al pie de la hamaca. Gracias al estoque, leímos La espada de Bolívar, de Patricia Lara. La historia de una espada supuestamente inactiva, pero que no ha estado quieta. De la Quinta del Libertador, la robaron los del “Eme” en 1974. Después ha pasado refundida en sitios insospechados, como la casa de un poeta. Un documento periodístico, novelado, con el objeto filoso como protagonista.
A los 49 años de la
última batalla de Bolívar nació el poeta Julio Vives Guerra. De palabra filosa
como esa espada, es personaje central de 150
años después, de Jaime Alberto Palacio Escobar. La investigación sobre el
habitante de la Casa Negra de Santa Fe de Antioquia enfatiza en la faceta de
autor de bambucos. Vives Guerra murió en 1950.
72 años después de esto,
apareció un nuevo viejo libro de Manuel Vázquez Montalbán: Los papeles de Admunsen. Admunsen, personaje central, es un hombre
de 24 años, un mundo por realizar, sin consolidarse como escritor, sin
concretar su relación afectiva y recién salido de la cárcel —como Vázquez
Montalbán a esa edad—. No tiene la potencia de Yo maté a Kennedy, pero los lectores del español saltamos cuando publicaron
el hallazgo del manuscrito en una de las cajas que la familia del escritor donó
a la Biblioteca de Cataluña y, otra vez, cuando anunciaron su edición.
Tres lecturas de 2023.
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