(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN, semana del 10 al 15 de octubre de 2022)
Hay algo claro
en lo que respecta al Premio Nobel: tiene tanto de literatura como de político
y social. Annie Ernaux, la francesa galardonada este año, es la mujer número 17
en recibir el Premio de la Academia sueca, de 118 galardonados.
Abandonó hace tiempos la ficción para volcarse a lo autobiográfico. Con este salto y el uso de una narrativa pulcra y sin adornos, se ocupó de temas oportunos para los tiempos que corren: el feminismo, el aborto, la tragedia de atestiguar el deterioro físico y mental de la madre por el Alzheimer… Distinto a otros premiados de los que apenas teníamos noticia, sus obras se conocen en nuestro medio. Pura pasión (su espera y extrañamiento a un hombre que no la valora), La mujer helada (la de la enfermedad de la madre), El lugar, El acontecimiento…
En Los años, se lee:
“Todo se
borrará en un segundo. El diccionario acumulado de la cuna hasta el lecho de
muerte se eliminará. Llegará el silencio y no habrá palabras para decirlo. De
la boca abierta no saldrá nada. Ni yo ni mí. La lengua seguirá poniendo el
mundo en palabras. En las conversaciones en torno a una mesa familiar seremos
tan solo un nombre, cada vez más sin rostro, hasta desaparecer en la mesa
anónima de una generación remota”.
Hace más de
cien años, un mundo despeinado por vientos de guerra, los galardones fueron
para mensajes de idealistas y espirituales: Prudhomme, Kipling, Lagerlof, Heyse,
Maeterlinck y Tagore. Los temas de nuestro tiempo son otros, los de Annie
Ernaux, que nos trae a la mente, por cercanos, los de Doris Lessing, Nobel
2007.
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