lunes, 24 de octubre de 2022

Apellidos

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 21 de octubre de 2022)



Michael Ende cuenta que en Lummerland, un minúsculo país insular en quién sabe qué mar, vivía un rey llamado Alfonso Doce-menos-cuarto y sus tres súbditos: Lucas el maquinista con su locomotora Emma; el señor Manga, quien daba paseos con sombrero hongo en la cabeza y paraguas cerrado bajo el brazo, y la señora Quée, con dos es. Un día, el cartero trajo un paquete para la señora Maldiente. Como no había nadie con este apellido, pero sí una señora, se lo entregaron a ella. Era un niño. Lo llamaron Jim Botón.

 

Desde ese momento de mi niñez cuando leí esta historia, me quedaron sonando tales apellidos extraños. Solo podían salir de la mente disparatada del alemán, pensaba. Me parecieron estrambóticos y juguetones. Sin embargo, como puede suponerse, ahí no habrían de parar mis vivencias. Después habría de leer más apellidos raros, como el de un tal Encarnación Mejorada, habitante de un libro de Manuel Scorza; Pilar Ternera, la concubina de dos hermanos Buendía, en Cien años de soledad… y de conocer en la llamada vida real —como si la de ficción no lo fuera— apellidos que son oficios, animales, minerales, vegetales. Deportistas apellidados Saliva y De las Salas; escritores, Cabeza de Vaca —que también fue conquistador— y Malaparte; políticos, Muelas y Cabello Blanco… ¿Ah?

 

Fui descubriendo que cualquier cosa puede ser apellido. Así, luego de tan profunda reflexión, podrán imaginar que al conocer a alguien y escucharlo decir, por ejemplo: “Encantada. Margarita Ave Negra”. O: “Mucho gusto. Simón Pan Quemado”, el asombro no me moverá un pelo.

2 comentarios:

  1. De ahí que exista un venta quemada o del Toro y muchas más. Gracias Jhon. Que bien este aporte además de divertido para leerlo

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  2. Me encantó tu crónica. . Muy divertida

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