(Columna
Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 12 al 18 de mayo de 2025)
Hablemos
de revolución. Dos mujeres subvirtieron el orden de las cosas desde la
literatura y las ideas.
Una
es Virginia Woolf, la inglesa que enriqueció el modernismo con obras que
experimentan con los recursos narrativos y los temas, especialmente de índole
feminista. El 14 de mayo se cumplen 100 años de la edición de La señora Dalloway. Leamos un fragmento:
“Se
sentía muy joven y al mismo tiempo indeciblemente vieja. Se deslizaba en las
cosas como un cuchillo, pero a la vez se quedaba afuera, observando. Tenía la
perpetua sensación, mientras miraba los taxis, de estar afuera, lejos, muy
lejos, mar adentro, y sola; siempre tenía la sensación de que era muy pero muy
peligroso vivir, aunque solo fuera un día”.
La
otra es Ana Rossetti, la española que el 15 de mayo cumple 75 años de pisar la
Tierra. La suya, una subversión desde la sensualidad y el esteticismo. Conocida
como poeta (Indicios vehementes), también
es narradora y dramaturga (Prendas
íntimas, El secreto enamorado). Propone una visión emancipadora de las
mujeres. Basta leer un trozo de “Érase una vez”, incluido en Mujeres al alba, para comprobarlo:
“Soy la princesa que habita en los érase una vez. No tengo nombre ni voz. No otorgo, ni revoco, ni consiento ni me rebelo. Mi corazón, mi voluntad y mi destino solo existen para ser conquistados (…) Pero, y a mí, ¿quién me prueba? ¿Quién mide mi resistencia y mi perseverancia? (…)
Esto dijo
la princesa y sin pensárselo dos veces se escapó de su cuento y se metió en el
libro de al lado. Era uno que trataba de las cosas de la vida”.


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