(Columna
Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 28 de abril al 4 de mayo de 2025)
Al
saber que España es el “país invitado de honor” a la Feria del Libro de Bogotá,
lo primero que pensamos es en cuáles autores acuden al certamen. Ah, Rosa
Montero, Javier Cercas… conocidos entre nosotros. Pilar Adón, Fernando Aramburo
y otros. Y hacemos planes para asistir a sus charlas. Claro, también extrañamos
los nombres de quienes no vienen, porque lo hicieron hace poco o, simplemente,
porque no suelen incluirlos en las listas de viajeros, como ocurre en todas
partes.
Después
de la emoción inicial, tomamos consciencia de que con los visitantes llega la
cultura —o las culturas— del país ibérico. Las artes plásticas, la música, la
comida… Y en las conversaciones con los artistas, percibimos aspectos del
imaginario, las creencias, la forma de comprender el mundo de esa región europea.
Para
ambientarnos, corremos a leer líneas de Rosa: “Siempre he sabido que algo no
funciona bien dentro de mi cabeza. A los seis años, todos los días, antes de
dormir, le pedía a mi madre que escondiera un pequeño adorno que había en la
casa, un horroroso calderito de cobre, el típico objeto de tienda de suvenires
baratos o quizá incluso el regalo de un restaurante”.
Como es obvio, igual ocurre con todos los invitados. Los de Corea, Puerto Rico, México y los otros 30 países, aunque no tengan el rótulo “de honor”. En su piel se les viene pegada la cultura. Si vamos a escucharlos, al tiempo que descubrimos asuntos de su creación, nos enteramos un poco cómo viven, piensan, imaginan y sueñan en su pueblo; en qué creen, cuáles son sus deseos y sus miedos.
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