miércoles, 19 de abril de 2023

María Kodama

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN, semana del 17 al 22 de abril de 2023)



María Kodama.
Foto: Secretaría de Cultura
de la Nación Argentina

Si María Kodama hubiera sido un lazarillo que acompañara a un ciego para evitar tropezones y caídas, y se hubiera comportado apenas mejor que el de Tormes, ese personaje de novela picaresca que le robaba el vino al invidente y lo ponía directo a un poste de piedra para que chocara o a la parte ancha del arroyo para que se sumergiera, solo con eso, digo, bien merecería bogar en este Río de Letras.


Muerta el pasado 26 de marzo, a los 86 años, María Kodama estuvo al lado de Jorge Luis Borges por mucho tiempo. Después, cuando él murió, siguió cuidando su memoria como una forma de mantenerlo vivo. No debe haber sido fácil acompañar y darle la talla a un genio que no habitaba un sitio concreto en el mundo real. “Lee otra vez, María, este libro, este párrafo, esta palabra”, parece que lo oyéramos decir.


Los méritos de Kodama no son solo el haber acompañado y amado a alguien. Ella dedicó su vida a escribir, estudiar lenguas y traducir. Colaboró con Borges en los libros Breve antología anglosajona (1978), y Atlas (1984), testimonio de los viajes que realizaron juntos por el mundo. Con Claudia Farías escribió el libro La divisa punzó, de historia argentina.


En el cuento “Leonor”, incluido en Relatos, que intenta describir las alucinaciones de una niña, Kodama escribe:


“Debía estar quieta y callada para que nadie se fijara  en  ella,  así  cada  atardecer  podría  proyectar  su  mundo,  al  que  tendría  acceso definitivamente,  sólo  cuando  recordara  las  constelaciones,  porque  ellas  le  indicarían  el recto rumbo de su vida.”

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