Los
libros póstumos
Río
de letras: Columna de John Saldarriaga ADN
En
Una luz en la ventana, Truman Capote habla de una velada con una
mujer solitaria: “Hablamos de Jane Austen («Ah, Jane. Mi tragedia
es que he leído sus libros tan a menudo que me los sé de
memoria»)”. Si lo pensamos, cuando se ama a un autor, uno muerto,
¡ay!, es una tragedia haber agotado sus obras, pues no hay esperanza
de que aparezca algo nuevo suyo. Por eso, si a un editor, estudioso o
pariente buscando plata le da por editar textos hallados al hurgar
cajones… llega un alivio. Arroja bocadillos a lobos hambrientos.
En
2006 gozamos con Un placer fugaz de Capote (Lumen). Cartas a veces
inocuas en las que apenas dice algo, reclama a alguien porque hace
tiempos no le escribe o comenta naderías con genialidad. En 2009,
con Papeles inesperados de Julio Cortázar (Alfaguara). Relatos y
autoentrevistas; fantasía desde el azar. En 2015, con Tus pies toco
en la sombra y otros poemas inéditos (Seix Barral): el fantasma de
Neruda llega a hablarnos del amor, el cansancio, el pan y el vino,
como hacía vivo.
En
2018, la golosina es Moriría por ti, de Scott Fitzgerald (Anagrama).
Cuentos raros, como uno de empresarios atrapados en un manicomio por
error, otro de soldados capturados y colgados de los pulgares…. En
su hora los editores los rechazaron por no tener el nivel del autor.
Por eso hay ansiedad de verla publicada.
John
Saldarriaga
Aclaración:
El diablillo de los periódicos me truncó el final que dice así:
"Por
eso, entre los seguidores de Gabriel García Márquez, hay ansiedad
de ver publicada la novela inconclusa e inédita En agosto nos
vemos".
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