viernes, 21 de diciembre de 2018

El fiscal Rosado no es intruso en el bajo mundo

Perfil del personaje y reseña


por Emilio Alberto Restrepo
En cuanto al fiscal Óscar RosadoJohn Saldarriaga sostiene que con él hay situaciones realmente extrañas. Apareció en su vida más o menos en 2014, pero de él tenía noticias desde hacía más de quince años. Y, a pesar de que cree conocerlo y toma cerveza con él cualquier día de la semana, sigue aprendiendo asuntos suyos. El último, que es sensacionista.

O, mejor dicho, este asunto se ha ido alojando en la mente del fiscal desde que supo del Doctor Abilio Quaresma. A su nieto,João Quaresma, lo conoció por casualidad en un Congreso de Investigadores Judiciales en Tijuana. Con João se sigue comunicando por correo electrónico y este le comparte algunas cosas del viejo.
 
Siempre había supuesto que el Doctor Quaresma era una invención de Fernando Pessoa, el poeta portugués habitado por muchos. Y le atraía esa idea suya de que la realidad en sí es más o menos ilegible.

Por eso, por ilegible, el método de Rosado es el de no tener método. O no uno definido —y él no se preocupa por aclararlo, porque, al decir del escritor colombiano Fernando González, definir es limitar—, como ese basado en malabares deductivos deAuguste Dupin, en interpretaciones inductivas de Sherlock Holmes, en ejercicios sustentados en el hondo conocimiento de la condición humana del padre Brown, en el énfasis en los detalles más que en las pistas y los indicios de Hercules Poirot, etcétera, sino la puesta en práctica de todas estas cosas o algunas de ellas. A esto le suma una gran atención a las corazonadas y los instintos, es decir, al olfato, como se dice aunque no se sepa muy bien qué es. Y más que nada, Rosado le otorga una gran importancia a la inmersión en el bajo mundo, el de los casos que investiga, al que no necesita entrar como un intruso, sino al que pertenece, porque se crio en un barrio duro, atestado de delincuentes y de vicio.

Y entonces a Rosado, como al viejo Quaresma, le encanta repetir el caso a medida que avanza. Les enuncia y pinta los hechos a sus asistentes, como él dice, limpios de la turbulencia de las circunstancias, a pesar de que ellos, sus asistentes, están con él y cualquiera diría que se están dando cuenta de todo. Pero es su manía y ellos le dejan ser feliz. 
«Quieres que te pinte el caso», le dice a alguno e ellos en El fiscal Rosado y la extraña muerte del actor dramático. «Te noto ansioso. Está bien. Primero, expongamos los hechos; segundo, las circunstancias; tercero, los sospechosos con sus motivos. Este es el método del médico Abilio Quaresma, un reputado investigador portugués que a veces sigo. Conocí a su nieto, João Quaresma, También es detective, aunque, a diferencia de su abuelo, es abogado (…). El viejo Quaresma, en un célebre escrito de 1907, invita a distinguir los hechos de las conclusiones”.

Si Rosado no es un delincuente y un vicioso, no se explica la razón. Su hermano menor, en cambio, sí fue un bandido. Desde niño se integró a bandas dedicadas a la venta de drogas, la extorsión y el asesinato, hasta que al mismo Óscar Rosado, cuando apenas hacía su práctica para graduarse de criminalista, le correspondió realizar el levantamiento de su cadáver. Era asistente de un inspector borrachín e irresponsable, que prefería quedarse tomando sus aguardientes en un kiosco situado a pocos pasos del Instituto de Medicina Legal —la morgue—, botando corriente con taxistas, que atendiendo su trabajo.
 
«El mundo del crimen forma unas tenazas, suele decir el fiscal Rosado», se lee en la contraportada del libro en el que este personaje salió al ruedo. Está convencido de que su misión esoprimir con fuerza la punta de la cual hace parte, para hundirla con furia en la yugular de la otra, la del crimen.
 
Y ya que mencionamos ese primer volumen, El fiscal Rosado(2016), este consigna dos casos: La clara oscuridad de los gatosEl extraño caso de la gallina saraviada: un acertijo con la letra ch. El director de la Unidad de Investigaciones Criminalísticas Número 13 esclarece, en el primero, el asesinato de un trapo rojo. Trapo rojo le dicen, en nuestro medio, al cuidador de autos callejero e informal. Detrás de los hechos, se devela una red de bandas de ladrones de casas, de la que hace parte el asesino. En el segundo, tras el homicidio de una mujer entrada en años en su pequeña vivienda situada en un populoso sector de Medellín, quien tenía una gallina por toda compañía, se destapa el accionar de bandas criminales que se enfrentan por el poder en ciertos barrios de la ciudad.

En el segundo libro, El fiscal Rosado y la extraña muerte del actor dramático (2017), Saldarriaga parte de una noticia real difundida en los medios de comunicación y que a él, como periodista en un diario de Medellín, le correspondió cubrir: en la madrugada, el cuerpo sin vida de un actor de teatro aparece en el andén de una casa de lenocinio, en medio de un charco de sangre. La puesta en escena de la tragedia de Macbeth agrega tensión a una historia de por sí intrigante.


En los primeros días de 2019 aparecerá el tercer volumen con otro caso de este investigador: Los muertos que nadie llora. El autor anticipa que se trata del asesinato de un indigente. Uno de los 6.000 que deambulan por las calles céntricas de Medellín. Una realidad que muchos quieren ignorar. En el relato, el Director Regional de Fiscalías ordena a Rosado que no gaste recursos oficiales en resolver el crimen de alguien a quien nadie llora, no paga impuestos ni contribuye al aparato productivo. El fiscal y su grupo, así como otros personajes no oficiales, deciden investigar los hechos en su propio tiempo. Durante la investigación surge la presencia de un cartel de la construcción, con intereses en la zona de los marginales, así como de hijos de dirigentes de la rama judicial y la trama se enmaraña mientras se recorre el mundo de los indigentes, en el que el autor ha gastado las suelas de sus zapatos por años, en calidad de periodista, para tratar de entender sus dinámicas y en busca de historias para contar en los diarios.

Rosado es un sujeto de piel trigueña, 1.85 de estatura, delgado y atlético, de ojos grandes, despabilado. Tiene cejas tupidas, bien afeitado, gafas de miope con montura negra. Cabello negro cortado con cuchilla número tres por un peluquero que con él no se muere de hambre, y va peinado con la raya a la izquierda. Es un tipo perfectamente organizado, con camisa de un solo color metida por dentro de un pantalón oscuro de raya bien marcada y sujeto con una correa negra de cuero, y zapatillas del mismo color y el mismo material. En una palabra, pulcro y cuidadoso con su apariencia. A veces, cuando hace frío, usa un buzo de lana de cuello tortuga, sin importar que no esté de moda. El rostro es tenso pero los movimientos aparentemente tranquilos, medidos, pensados.

Casi podría decirse que Rosado es escrupuloso. Con decir que una vez pasó dos horas indagando a un reo en su celda y en ese lapso, el sujeto aquel se fumó una docena de cigarrillos que el mismo fiscal le llevó, sí, para soltarle la lengua, y salió de allí renegando porque a esa hora su impecable ropa y su cabello debían estar pasados a humo de tabaco y a nicotina y no tenía tiempo de ir a cambiarse. Se conformó con impregnarse de loción apenas entró en su despacho y quedarse así el resto del día.

Cuando piensa, se va de este mundo. Le da vueltas entre las manos y ante sus ojos a una lechuza de piedra caliza que le regaló su papá cuando supo que le encargaron conformar la Unidad de Investigación. El viejo, también llamado Óscar, la mandó hacer a un artista local, quien por su propia iniciativa grabó en la base un mensaje: λúκη – Σoφíα. Dos palabras en griego que significan Luz – Sabiduría.

Rosado es dueño de cierta egolatría. Cuentan que en soledad escucha a la lechuza decirle: «Eres un sabueso, Rosado. El mejor de todos. ¿Lo sabías?» Y que ella le dice a veces qué hacer, qué paso dar.

Comenzó a estudiar derecho cuando iba por la mitad de Criminalística y estudiaba los dos asuntos al mismo tiempo.

Es adicto a las gomitas dulces. Siempre va mascando alguna y, en momentos de ansiedad, un puñado a la vez. Tiene una afición: el canto. Hace parte de un coro.

Cuenta con tres asistentes: Tyson, Rengifo y Carol, más fieles que las abejas a las flores.
 
NOTA FINAL 

Hablemos de los sospechosos de siempre: Los volúmenes de las novelas de ROSADO hacen parte de la colección Policías y Bandidos, de la Editorial UPB. En ella se recogen sagas de las aventuras de, hasta ahora, tres sujetos más, producto de la imaginación de tres escritores antioqueños: Memo Anjel y su ex inspector RAMBER.Verónica Villa y MARINA, guardia de seguridad y Emilio Alberto Restrepo, con JOAQUIN TORNADO, detective privado. Género negro de alta calidad literaria, entretenimiento garantizado, memoria de ciudad, de Medellín para el mundo.

Esta reseña ha sido escrita por Emilio Alberto Restrepo para la V SEMANA NEGRA EN LA GLORIETA, celebrada del 21 al 27 de Noviembre de 2018. Si quieres acceder al programa de la Semana NegraPINCHA AQUÍ.



Emilio Alberto Restrepo
Médico ginecoobstetra, con especialización en Laparoscopia ginecológica avanzada. Escritor de varios libros y artículos científicos. Conferencista. Columnista de varios medios. Ha publicado: TEXTOS PARA PERVERTIR A LA JUVENTUD, LOS CIRCULOS PERPETUOS, EL PABELLON DE LA MANDRÁGORA (Novela ganadora de la III convocatoria de Becas Municipio de Medellín 2005), LA MILONGA DEL  BANDIDO, QUE ME QUEDA DE TI SINO EL OLVIDO (Ganadora del concurso de novela Talentos Ciudad de Envigado, 2008). En 2010 la Universidad CES publicó la novela CRONICA DE UN PROCESO. En 2012, Ediciones B publicó un libro con 2 novelas cortas de género negro: DESPUES DE ISABEL, EL INFIERNO y ¿ALGUIEN HA VISTO EL ENTIERRO DE UN CHINO? En 2013 el ITM lanzó la colección de cuentos sobre su detective privado, UN ASUNTO MICCIONAL Y OTROS CASOS DE JOAQUIN TORNADO,DETECTIVE.

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