jueves, 31 de julio de 2025

¿Sigue vivo?

(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN en la semana del 28 de julio al 3 de agosto de 2025)

 

 

¿Sigue vivo el género negro en Colombia? Formulada desde la Editorial de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, la pregunta fue la chispa que encendió una conversación en ese centro educativo un día de julio.


La cuestión supone que existe un género negro en nuestro país. Que tal vez padezca una enfermedad o lesión que lo tiene en agonía o incluso, ay, ¡lo haya matado ya! Para dar el parte médico, nos convocaron a tres escritores de la colección Policías y Bandidos de esa Editorial: Memo Ánjel, Emilio Restrepo y el autor de estas líneas.


El nuestro fue un parte de tranquilidad. Dijimos que mientras haya escritores creando historias y lectores ávidos de leerlas, seguiría vivo. Que los géneros no expiran: desde antiguo escribimos y leemos cuentos, tragedias, comedias… Evolucionan las formas de contar, el lenguaje, los deseos, los miedos, las frustraciones. Mutan los valores y los ideales. Parafraseamos a Lavoisier, padre de la química: la literatura no se destruye; solo se transforma.


A las letras del crimen les pasa igual. Algo anómalo se anida en el alma de los bípedos vestidos. Asesinatos, robos, traiciones, tráfico de personas, armas, drogas y mil flagelos más se renuevan a diario. En Colombia los aviva la gasolina de conflictos armados, delincuencia, exclusión, pobreza, corrupción, discriminación.


Lo que se enferma y muere son las obras en particular, sobre todo las de autores que, por no correr riesgos creativos, repiten fórmulas que les funcionaron en libros anteriores. Caen, cómo no, en lugares comunes y monotonía. 

viernes, 25 de julio de 2025

Machado, el caminante

(Columna Río de Letras publicada en el Diario ADN, semana del 21 al 27 de julio de 2025)

 




Cualquier persona, al pensar en Antonio Machado, trae a la mente eso de “Caminante, son tus huellas el camino, y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Líneas que hacen parte de “Proverbios y cantares”, incluido en el poemario Campos de Castilla. Afortunado el sevillano nacido hace 150 años este 26 de julio: pocos poetas cuentan que sus versos pasan de boca en boca como el agua y el pan.


Con la geografía y la cultura españolas clavadas en su ser, maduró su estilo en Francia, meca del Modernismo y el Simbolismo. Se dejó contagiar por estos movimientos. Entonces, cantaba así:


“Las ascuas de un crepúsculo morado

detrás del negro cipresal humean…

En la glorieta en sombra está la fuente

con su alado y desnudo Amor de piedra

que sueña mudo. En la marmórea taza

reposa el agua muerta”.


¿Muerta, dijo? Sí, muerta su esposa y muertas personas cercanas, el dolor se metió en sus cantares. La fuerza creativa lo mantuvo en pie. Dedicado al teatro, la traducción y la docencia universitaria, fue haciendo de la suya una escritura cada vez más reflexiva. Asimismo, fue tomando conciencia de que el habla popular —con la sabiduría que encierra— debía estar en el centro de su literatura. Fue liberándose de los ismos y formando un estilo propio, más bien filosófico, que lo llevó a decir:


“¿Conoces los invisibles

hiladores de los sueños?

Son dos: la verde esperanza

y el torvo miedo”.


Símbolo del exilio español, Machado murió en Colliure, Francia, en 1939, año en el que comenzaría la dictadura de Francisco Franco en su tierra natal.


jueves, 17 de julio de 2025

Llegaron en julio

(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN en la semana del 14 al 20 de julio de 2025)

 

 

Solo porque el azar así lo quiso, numerosos autores llegaron al mundo un julio. Algunos dejaron un legado significativo.


Mencionemos a Kafka, el praguense nacido el 3 de julio de 1883, que revolucionó la fantasía y la filosofía con sus enfoques existencialistas y que remarcó lo absurdo de la existencia. A Proust, el francés nacido el 10 de julio de 1871, a quien, tras saborear una magdalena remojada en té, se le vino a la cabeza su vida entera con detalles, y ya no pudo parar hasta completar los siete tomos de En busca del tiempo perdido, en los que no solo recuerda sucesos y emociones, su formación y sus relaciones con el mundo, sino que reflexiona sobre sus actos y los de los otros, mientras describe al París que creció con él.


Qué decir de Hemingway y sus relatos que cuentan más con lo que omiten, Onetti y su existencialismo a lo latinoamericano, Neruda y su poesía adhesiva, Hesse y su búsqueda de paz espiritual… Y de un largo etcétera.


De los nuestros, mencionemos solo a León de Greiff, el poeta cuyo nombre era Francisco de Asís León Bogislao de Greiff Häusler. Nacido el 22 de julio de 1895 y conocido por Tergiversaciones y Variaciones alrededor de nada, publicó en la revista Panidas número 2, en 1915, un estremecedor poema de hastío de la vida que, por sí solo, bien le hubiera valido la inmortalidad: "Balada desolada". Comienza así:


"No he llegado a veinte años

y ya todo me cansa:

viviendo sin engaños

vivo sin esperanza;

porque mis ilusiones

reposan ateridas

y todas mis canciones

están entristecidas

por el saber amargo…”.


Y así sigue el poeta inmenso. 

jueves, 10 de julio de 2025

Lo que es real

 (Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 7 al 13 de julio de 2025)

 


Creo que por estos años asistimos a un prestigio notable de lo real o de lo que parece real. Oímos decir a algunas personas que les gusta una película “porque se basa en un hecho real”. Promueven producciones de cine o televisión anunciando que “son casos de la vida real”, desligados de la ficción y, más aun, de la fantasía. Como si estas fueran de peor familia.


Quienes consideran que lo que “huele” a real es más valioso parecen olvidar que, aunque una narración parta de una situación ocurrida, tras procesarla en la mente y transmitirla mediante el lenguaje, ya no corresponde plenamente a la que sucedió; es una interpretación de la misma. Una versión.


Menos recuerdan que la realidad no es cosa pura, sin contaminación; tampoco la ficción ni la fantasía. En la cotidianidad conviven asuntos inexplicables, mágicos, como cuando Simón González, intendente de San Andrés, hizo llover en la isla tras una sequía, en el decenio de 1980. O como cuando hubo un aguacero de sangre en Sierra Bagadó, Chocó, el 1 de agosto de 2008. Y no son metáforas. Luego de eso, la vida continuó como si tal cosa, con su máscara de seriedad, con su aspecto de realidad. Y viceversa: en la fantasía hay acontecimientos creíbles o, mejor dicho, que se parecen a los reales, como cuando los personajes de una historia hablan, trabajan, aman, ríen, antes de entrar en la pesadilla.


En fin, la idea es que quienes creen que en literatura vale más la no ficción están equivocados. Y quienes consideran que la ficción es más importante, también. Ningún camino es inferior a otro.

 

jueves, 3 de julio de 2025

Seudónimos

(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 30 de junio al 6 de julio de 2025)

 

 

Si alguien dice: Las aventuras de Tom Sawyer es la historia de un chico peleador y aventurero, que juega a ser pirata, nadie se turba, pues esta es cosa sabida. Si suelta la perla de que su autor es Samuel Langhorne Clemens, tintinea la campana de la duda en sus oyentes. Acaso aclaren que es una novela de Mark Twain. Ambos tendrían razón: Mark Twain es el seudónimo de Samuel Langhorne Clemens.


Si quien recita el poema que nos define cambiantes, inestables: “Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,/ como las leves briznas al viento y al azar…”, dice que es de Miguel Ángel Osorio, no miente. Pero pocos saben que este es el nombre de Porfirio Barba Jacob.


Al hablar de cuentos con inicios potentes, referimos el del vagabundo que se esfuerza por que lo metan a la cárcel para protegerse del frío:


“En su banca del Madison Square, Soapy se movió intranquilo. Cuando los gansos salvajes graznan alto en las noches, y las mujeres que no tienen abrigos de piel de foca se tornan amables con sus esposos, y cuando Soapy se mueve inquieto en la banca del parque, se sabe que el invierno está a la vuelta de la esquina”. ¿Para qué indicar que “El policía y el himno” es de William Sidney Porter? Es más simple decir que es de O. Henry.


Muchos autores firman con remoquetes. George Sand es el de Aurore Lucile Dupin de Dudevant; Lewis Carroll, el de Charles Lutwidge Dogson; George Orwell, el de Eric Arthur Blair; Gabriela Mistral, el de Lucila Godoy AlcayagaSaber el nombre original no sobra; remarcarlo no es muy útil, si por algo ellos lo desdeñaron.

martes, 1 de julio de 2025

Fundación Cultural Esteros

Uruguay – Argentina: Fundación Esteros obtuvo la categoría Fondos de Incentivo Cultural del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, 2022.

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Muestra de poesía colombiana actual

esterosrevista9 abril, 2025Edición 13

 



Bajo la cuidadosa mirada de Luis Fernando Macías, ofrecemos esta nota que recoge cinco voces diversas de la poesía colombiana actual. Distintas generaciones, estilos y abordajes del lenguaje se conjugan en esta muestra que revela la pluralidad y las ventanas abiertas que tiene la poesía de nuestros días.

Por Carolina Zamudio

 


 

John Saldarriaga (Antioquia)


El no-tiempo

La noche no tiene horas;
es una tela negra, inmensa,
una alfombra voladora
que no se vara.

Alucinaciones,
sentimientos arcanos de mujeres y hombres
flotan sobre la ciudad, y se mecen ahítos
como en un columpio nubes oscuras
que de un momento a otro anegarán las calles.

El amo transporta al esclavo
enfermo, en una carretilla;
el perro amansa a su dueño
caminando tras su sombra de sombra,
siguiendo su sueño desenhebrado.

La taumaturgia nocturna
lo puede todo.
Toma la forma de novela picaresca,
poema lírico,
o cuento de horror.

Se mezclan en una misma sustancia
la vida y la muerte.
Por fin somos hermanos
en una misma sustancia
el siervo, la piedra, el agua, la cañabrava
y nosotros, entes vestidos que de día soñamos reinar.

En una caverna
la noche es dos veces noche,
y si gotea, es tres veces noche…
Nictálope, saldré a echar un vistazo.
Caminaré en pantuflas para no despertar el mundo.


Extranjero

Octubre, que todo lo pudre,
expresa mi sentir.
Una saudade larga, eterna de lo que no ha sido.
Una calle mojada en mi cerebro,
una lluvia de ácido sulfúrico dentro de mi pecho.
Sin pausa.
El cielo se ha desplomado,
mi angustia se ha desplomado sobre la ciudad
que ahora tengo encharcada con mi pesar.
Me detengo frente al Arca de Noé
que si lo digo en Envigado no es metáfora, es literal,
y miro desprevenido el mundo pasar a pasitrote para mojarse lo menos;
yo, en cambio, miro, rumio lo mío
sin realidad y sin prisa,
como un extranjero involuntario.


Octubre 10

A veces
cuando me detengo a retozar en los patios de la conciencia,
llegan hasta mí
los ecos perdidos de lo que hubiera sido,
ese tiempo verbal hipotético
que los gramáticos suelen llamar pretérito pluscuamperfecto
pero que uno termina por pensar que es un eterno presente alterno,
y pienso que cualquiera de esas infinitas posibilidades imposibles
hubiera sido mejor que ésta.
Y cuando me detengo sobre los patios de la conciencia
para otear los callejones de donde brotan
los veo atractivos corredores claroscuros
de los que me llega un viento fresco, estival,
muy diferente al de este Octubre eterno de mi vida,
con aguacero tenaz,
que juega a desordenarme el cabello
y decido que cualquier cosa hubiera sido
mejor que esta sarta de estafas —o de estrofas— a la que llamo vida.


Evangelio según Saldarriaga

Con un dolor cuaternario en la columna vertebral
como si aún diera dificultad mantenerse erecto
o como si pesara sobre ti el fardo de la historia,

y otro dolor posmodernista agrupado en la mente
como si aún diera dificultad mantenerse sapiens
o como si pesara sobre ti el fardo estercolero
de las escuelas filosóficas,

reptas por las calles de esta ciudad apocalíptica
ahumando con inciensos para exorcizar el tedio.

Sólo eres sabio cuando dudas
si seguir las huellas marcadas en el polvo
y optas por hacerte a un lado.

Notas que la ciudad respira con dificultad
pues es un monstruo podrido de cáncer

y cuando estás borracho de tenacidad
la olvidas
y encuentras la senda que no se te ha perdido
pero casi no encuentras.

La locura es placentera
sin pesos sobre tu espalda
de bulteador de puerto.

No te afanes, pues no sabes tu destino.


El elegido

Me avisan que soy el elegido
para una excursión en solitario
a una playa de arenas movedizas.
El elegido como jardinero
que pode los cactus del Sahara.
El elegido para el harakiri del domingo.
El elegido para postergar anhelos
y seguir esperando que nazca mi mecías propio
o me lo vendan en el mercado,
(pero, eso sí: que calce también 44 para dejarle mis zapatos viejos).
Elegido para desocupar a soplos un balde de espuma, como en un cuento de O. Henry.
Soy el elegido para que los bomberos
apaguen en mí las emociones.
Para seguir haciendo el ridículo
como el borracho que orina en la mesa servida.
Alguien debió lanzar la moneda
antes de darme cuenta,
y pedir cara y cruz, el muy bandido,
antes de darme cuenta.
Todo indica que sólo cuando haga las tareas
como niño aplicado,
seré Elegido.


Juraría que la vida es un viaje a empellones
como el del bus urbano que me hace las distancias
tirándome contra los demás
justo en los días que he nacido misántropo.

El mundo y las cosas son empujados para que sucedan
de una sola manera.

Así, súbitamente, al llegar a la esquina
nos cruzamos
y caminamos juntos.

Aunque las cosas parezcan verse, por momentos, diferentes,
el Sol alumbra de una sola manera;
la suerte está echada.


Nadie sabía a dónde había ido el abuelo;
solo, que no volvería.
Dejó una torre de sombreros
huérfanos de cabeza, en su ropero;
a la abuela sin un brazo de dónde agarrarse;
a mi madre con un dedo en la boca
como si pidiera silencio,
y a mí sin su estampa de hombre sentado
en piyama, desayunando.
Fue ese día o, mejor, a partir de ese suceso
un tanto anómalo
que descubrí la muerte.

Un gran borrador pasa borrando
cuando menos se lo espera,
uno a uno los dibujos de la hoja en que estamos pintados,
y la va dejando en blanco.
Fue ese día o, mejor, a partir de ese suceso
un tanto anómalo
que descubrí el absurdo.

Los perros parecían dormir bajo el catafalco,
ese barco en el que zarpaba el recién ido,
pero, de pronto, se levantaron,
sacudieron su sueño y se fueron
tras el amo, el tío Juan, quien, como el abuelo,
acababa de irse sin avisarles.

Ellos estaban menos dormidos que el abuelo, supuse.
esperé en vano a que él también se levantara de pronto,
sacudiera su sueño
y echara a andar…

Las flores colmaban la sala.
Los rezos en coro de señoras
parecían el clamor lastimero de ánimas en el Purgatorio,
al menos en el Purgatorio de Doré
que conocería años después
en un ejemplar de La Divina Comedia y tanto me asusta todavía.
Los trajes negros. Los pañuelos arrugados.
El café atizaba la hoguera de las conversaciones.
En los corrillos, no paraban de contar lo que ya sabían.
Fue ese día o, mejor, a partir de ese suceso
un tanto anómalo
que descubrí el dolor.

Sin consultárselo a él
como si se tratara de otro
el abuelo tuvo que irse;
no pudo decidir
(yo sé que él hubiera preferido quedarse).
Fue ese día o, mejor, a partir de ese suceso
un tanto anómalo
que descubrí que sí hay prisa.


John Saldarriaga (Antioquia). Ha ejercido el periodismo en El Mundo (1997-2005), Gente (2015-2023) y El Colombiano (2005-2018). Actualmente es columnista de temas de literarios en el periódico ADN y la revista Generación de El Colombiano. Recibió el premio del Círculo de Periodistas de Antioquia al Mejor Trabajo Periodístico en Prensa Escrita (crónica) en 2005, el Premio a la Excelencia Periodística de la Sociedad Interamericana de Prensa (crónica) en 2006. Ha sido profesor en varias Universidades; ha dirigido talleres de escritura creativa y actualmente es director del taller de narrativa A Mano Alzada, de Otraparte. Ha participado en varias conferencias y encuentros. Ha publicado varios libros de narrativa, poesía, poesía infantil, novela negra, cuento, crónica y reportaje. Entre ellos, destacan: «Al filo de la realidad» (cuentos); «Vida y milagros» (crónicas, reportajes y perfiles); «Gema, la nieve y el batracio» (novela); «Los muertos que nadie llora» (novela negra); «El gallinazo azul» (poesía infantil); «El fiscal Rosado y los dedos de Júpiter» (novela negra); «No hay vileza sin dulzura» (cuentos).