viernes, 18 de agosto de 2023

El asombro

(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 14 al 19 de agosto de agosto)



Es curioso: existen autores que se desgreñan por hacer creíbles sus relatos. Si es preciso, recurren a argumentos racionalistas para que el asunto ingrese a nuestro cerebro sin pasar por la aduana de las dudas.


En cambio, otros no consideran la verosimilitud una ley. Los de los cuentos chinos antiguos son precursores. ¿Quién no conoce la historia de un anciano ocupado en trasladar una montaña de un sitio a otro, pasando la tierra por totumadas? En la Biblia, casos extraños muestran el poder divino: una mula se enojó con su dueño y le reclamó por haberle golpeado sin motivo, el Sol y la Luna se detuvieron un día y no siguieron su curso hasta producirse una victoria bélica, y a Jonás lo engulló un gran pez y permaneció en sus entrañas durante tres días castigado por negarse a hablar en nombre de Dios. Rabelais, fascinado por asombrar, en Gargantúa y Pantagruel revela que aquel nació por la oreja de su madre y que cuando Pantagruel cayó enfermo, unos hombrecillos entraron a su boca para curarlo. Rudolf E. Raspe, autor de El barón de Münchhausen, sostiene que su héroe podía montarse en balas de cañón, viajar a la Luna (donde los selenitas pueden separarse de su cabeza) o cabalgar sobre un caballo cortado por la mitad.


¿Dijimos “caballo”? En Del amor y otros demonios, de García Márquez, el padre Abrenuncio lamenta la muerte del suyo. «“En octubre cumplió cien años”. “No hay caballo que viva tanto”, dijo el marqués. “Puedo probarlo”».


Cuando uno no aguanta tanta realidad, estas lecturas llegan como  limonada fría en la sedienta Guajira.

1 comentario:

  1. María Cristina Arroyave Portela18 de agosto de 2023, 12:14 p.m.

    ¡Tu prolija lectura sumada a tu capacidad de análisis, da como fruto un texto tan increíble como cierto! Lo leeré muchas veces. Felicitaciones

    ResponderBorrar