(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en la semana del 16 al 21 de enero de 2023)
Tal
vez por la emoción de estrenar calendario, en los primeros días del año es
común hallar a personas haciéndose propósitos. Algunas quieren adoptar el
hábito de la lectura; otras, que lo tienen, leer un libro que han dejado
empezado varias veces.
Las
primeras deben tener claro sus gustos. Si prefieren aventura, drama romántico, fantasía,
historia o vidas de personajes célebres… y van teniendo más o menos clara una
senda. Así, pueden pensar si leer Perdido
en el Amazonas, Del amor y otros demonios, Pie de Bruja, Cóndores no entierran
todos los días o El mensajero.
![]() |
Primera edición del Quijote |
Las
segundas deben determinar si, en efecto, desean leer esos libros. Si la
respuesta es no, dejar de insistir y pasar a otro, sin dramatismo. ¡Hay tantos!
(En Nuestra Señora de París, Victor
Hugo dice que podía llenarse el espacio entre la Tierra y la Luna con los libros
impresos desde el surgimiento de la imprenta hasta sus días. Qué decir ahora.) Si
el deseo persiste, detectar qué impide avanzar: ¿La extensión? ¿El lenguaje de
otra época? ¿Un enredo en la trama?
Lo
voluminoso es el menor de los problemas. No hay que acabarlo de una vez. Quien
cruza un riachuelo puede ir saltando de piedra en piedra. Así, quien lee lo
hace por tramos y de manera constante. No importa si se tarda meses en
terminarlo. La del lenguaje es una dificultad solucionable con diccionarios e
internet, o acudiendo a versiones modernas con lenguaje actualizado. Las
confusiones en la trama, tomarlas como desafíos a la inteligencia; un juego. Sin
prisa; para las prisas está la vida misma.
Magnífico consejo, John. La lectura siempre será una buena opción.
ResponderBorrar