(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 31 de marzo al 6 de abril de 2025)
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H.C. Andersen. (Autor: Thora Hallager (1869) |
El asteroide 2476 se denomina Hans Christian Andersen. Su descubridor, Nikolai Chernyj, decidió darle el nombre del genial autor danés de cuya muerte se cumplen 150 años este 2 de abril.
No
era para menos. De su genio volado salieron muchos cuentos que la gente de
todas partes recuerda toda la vida con cariño y no puede evitar sonreír al
evocarlos: “El patito feo”, “El soldadito de plomo”, “Pulgarcita”, “El traje
nuevo del emperador”, “La sirenita”…
De
familia humilde, Andersen quedó huérfano a los 11 años. Quiso ser cantante de
ópera, pero las malas condiciones de su vivienda en invierno estropearon su
voz. No tuvo suerte en el amor. Dicen que “El patito feo” está basado en su
experiencia infantil. Sin embargo, estudió primero de manera autodidacta y,
después, patrocinado por mecenas. Viajó por Europa. Escribió, además de los
cuentos de hadas que él no valoraba tanto, poemarios, libros de viajes,
novelas, libretos para ópera y dramas teatrales.
“—Ayer
hubo mucho trajín aquí en la ciénaga, llegaron los niños. Había nacido un
fueguecito fatuo, bueno, nacieron doce de la misma camada, de esos que, si
quieren, pueden adoptar forma de persona y actuar y mandar entre ellos igual
que si hubieran nacido humanos. Es un gran acontecimiento en la ciénaga, por
eso los fuegos fatuos, masculinos y femeninos, bailaron por todo el pantano y
el prado en figura de pequeñas lucecitas”. Este es un fragmento del cuento
“—Los fuegos fatuos están en la ciudad —dijo la mujer del pantano”.
Andersen
murió en Copenhague a los 70 años, porque se cayó de la cama.