jueves, 24 de abril de 2025

Lengua cotidiana

(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 21 al 27 de abril de 2025)

 


Nos emociona la lengua hecha arte. La de Cervantes y Lope de Vega y García Márquez y Rulfo y Borges y Mistral y Garro e Ibarbourou. Nombres que saltan en la mente al pensar en la versatilidad y elasticidad del español. Hay un no se sabe qué de misterioso en eso de que las creaciones estén hechas con las mismas palabras de todos los días: hola, pena, nube, árbol, tonta, mierda, caballo, Dios, alma, noche…


“El hombre era alto y tan flaco que parecía siempre de perfil. Su piel era oscura, sus huesos prominentes y sus ojos ardían con fuego perpetuo. Calzaba sandalias de pastor y la túnica morada que le caía sobre el cuerpo recordaba el hábito de esos misioneros que, de cuando en cuando, visitaban los pueblos del sertón bautizando muchedumbres de niños y casando a las parejas amancebadas. Era imposible saber su edad, su procedencia, su historia, pero algo había en su facha tranquila, en sus costumbres frugales, en su imperturbable seriedad que, aun antes de que diera consejos, atraía a las gentes. Nos cuenta Vargas Llosa en La guerra del fin del mundo.


Así mismo, ¿cómo no amar el idioma de todos los días? El que usamos para comprar pan, oír al otro, hacer negocios, amar, resolver ecuaciones, estar triste, murmurar, cantar, imaginar, maldecir, piropear. ¿Cómo no emocionarnos con los sonidos de las palabras agua, Luna, almizcle, bailarina, retruécano y jarabe?


La lengua que nos permite pensar, conversar o escribir de lo humano, lo divino, lo profundo y lo baladí, el alma de los pueblos, está de fiesta. Sí, la del arte, la ciencia y la vida. 

viernes, 18 de abril de 2025

Lo kafkiano

(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 14 al 20 de abril de 2025)

 


Encontrarle sentido a la existencia: un propósito de la obra de Franz Kafka. Al bohemio se le fueron vida y páginas sin hallarlo. Absurdas también parecen las relaciones entre los individuos y esas abstracciones que rigen su destino: la sociedad, la justicia, el poder… Logra decirlo en El proceso, novela de cuya publicación póstuma se cumplen cien años.


Contemporánea de otras obras revolucionarias de la literatura —Ulises de Joyce, En busca del tiempo perdido de Proust…—, experimenta maneras narrativas, construye personajes de mentalidad contradictoria, explora temas universales como la finitud y la angustia existencial. A Josef K, empleado bancario, lo arrestan sin razón conocida. Individualista, solitario, competitivo y superfluo, como cualquier hombre moderno, se ve afrontando un proceso en el que no son claras la falta, el tribunal ni las formas de defensa.


También ante los demás, con frecuencia, uno resulta explicando hasta los actos “inocentes” o, digamos, desprovistos de mala intención. Y los argumentos loables suenan sospechosos. Las mismas razones salvan o condenan.


“Ya no paraba de pensar en el proceso. A menudo había cavilado si no sería conveniente elaborar un documento de defensa y entregarlo al tribunal. Quería presentar en él una breve descripción de su vida y en cada acontecimiento explicar por qué razones había actuado así, si este comportamiento era reprochable o aceptable desde su actual punto de vista y qué razones podía aducir para esto o aquello”.


K (al igual que X, Y y Z, los individuos todos) vive bajo sospecha. 

jueves, 10 de abril de 2025

El sueño americano

(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 7 al 13 de abril de 2025)

 

 

Primera edición.

La novela El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald, obra clásica de la modernidad, cumple cien años de haber llegado a las librerías estadounidenses este 10 de abril.


Narrada en primera persona por un personaje secundario, Nick Carraway, cuenta la historia de Jay Gatsby, un misterioso millonario que da fiestas cargadas de lujo en imponentes mansiones, a las cuales él no asiste. Un mafioso de los locos años veinte dedicado al contrabando de alcohol y otras actividades ilícitas. Vive un mundo de derroche en la década del jazz, de la prosperidad económica, que alienta el sueño americano, esa promesa de encontrar la ventura en el país del norte. Una cantidad de personajes movidos por el consumismo y la moda, rinden pleitesía al protagonista. Por cierto, este cree, como los mafiosos de cualquier parte y época, que con dinero puede alcanzarlo todo, pero, claro, encuentra límites que le resultan enojosos. Y, al igual que en la realidad, en la novela, el sueño americano se convierte en pesadilla.


Con adaptaciones para el cine, la ópera, el ballet, el teatro y los videojuegos, esta obra consigue, con una narrativa experimental y atrevida, poner un espejo a una parte de la sociedad que busca la ascensión social rápida, sin esfuerzo, una vida superflua y cómoda, por encima de los valores. Estas son las líneas iniciales:


“Cuando yo era más joven y más vulnerable, mi padre me dio un consejo en el que no he dejado de pensar desde entonces. «Antes de criticar a nadie», me dijo, «recuerda que no todo el mundo ha tenido las ventajas que has tenido tú»”.


jueves, 3 de abril de 2025

El patito feo

 (Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 31 de marzo al 6 de abril de 2025)

 


H.C. Andersen.
(Autor: Thora Hallager
(1869)


El asteroide 2476 se denomina Hans Christian Andersen. Su descubridor, Nikolai Chernyj, decidió darle el nombre del genial autor danés de cuya muerte se cumplen 150 años este 2 de abril.


No era para menos. De su genio volado salieron muchos cuentos que la gente de todas partes recuerda toda la vida con cariño y no puede evitar sonreír al evocarlos: “El patito feo”, “El soldadito de plomo”, “Pulgarcita”, “El traje nuevo del emperador”, “La sirenita”…


De familia humilde, Andersen quedó huérfano a los 11 años. Quiso ser cantante de ópera, pero las malas condiciones de su vivienda en invierno estropearon su voz. No tuvo suerte en el amor. Dicen que “El patito feo” está basado en su experiencia infantil. Sin embargo, estudió primero de manera autodidacta y, después, patrocinado por mecenas. Viajó por Europa. Escribió, además de los cuentos de hadas que él no valoraba tanto, poemarios, libros de viajes, novelas, libretos para ópera y dramas teatrales.


“—Ayer hubo mucho trajín aquí en la ciénaga, llegaron los niños. Había nacido un fueguecito fatuo, bueno, nacieron doce de la misma camada, de esos que, si quieren, pueden adoptar forma de persona y actuar y mandar entre ellos igual que si hubieran nacido humanos. Es un gran acontecimiento en la ciénaga, por eso los fuegos fatuos, masculinos y femeninos, bailaron por todo el pantano y el prado en figura de pequeñas lucecitas”. Este es un fragmento del cuento “—Los fuegos fatuos están en la ciudad —dijo la mujer del pantano”.


Andersen murió en Copenhague a los 70 años, porque se cayó de la cama.